Rudo y Cursi tiene una trama relativamente sencilla con la que bien podría identificarse cualquier grupo dentro de una sociedad. Ésta cuenta la historia de dos hermanos humildes que viven y trabajan en un pequeño pueblo, y que en sus ratos libres se dedican al fútbol, deporte que en parte les permite soñar con un futuro y un bienestar muchísimo mejor no solo para ellos sino también para su familia. Hasta que las circunstancias de la vida hacen que sus sueños cobren sentido. Pero como pasa en la realidad, de tener lo mínimo a lograr lo mucho se les convierte pronto en su pesadilla. La falta de acompañamiento por parte de quienes los convierten en “estrellas”, más su ignorancia hace que estos dos personajes desborden de forma negativa todo su potencial.
La película muestra mucho realismo y más bien poco de ficción al poner al descubierto lo que se comenta a voces acerca del oscuro “mundillo” de este deporte. Pero lo que podría verse como el planteamiento de una problemática y/o una situación común bastante dramática, queda disuelta por el matíz cómico con el que se quiso vender este producto, perdiendo de esta manera mucha credibilidad e interés. Y no es que por girar en torno del fútbol sea una película ligera porque aparte de este tema, Rudo y Cursi tiene de trasfondo los conflictos familiares y en especial entre hermanos.
La actuación aquí no es problema porque hablamos de dos protagonistas de calidad que siempre están dispuestos a proponer y darle ese brillo único a sus personajes, aspecto que pareciera ensalsarse precisamente cuando trabajan juntos. Sus rudezas y “relativas” cursilerías son las sostienen esta débil película. A su lado aparecen destacados actores como el argentino Guillermo Francella con gran trayectoria en su país en especial en la comedia y las mexicanas Dolores Heredia también con mucha experiencia y Adriana Paz.
Cuarón hace un buen manejo del ritmo, de la cámara y la música, su segundo mayor atractivo. Pero definitivamente desperdicia el potencial del guión con lo cual podría decirse que lo único que quedará guardado en la memoria es la versión en español al estilo norteño de la canción “I Want You To Want Me” de la banda rockera de los setenta Cheap Tric y que interpreta Gael García con bastante gracia.
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